HITLER, DOMICIANO Y LAS MOSCAS

domiciano copia

En nuestro método histórico, todos tienen su paralelo. Ni una mosca se escapa, como veremos.
Los personajes paralelos que presentamos hoy son Hitler, el dictador alemán; y su homólogo de hace casi 2.000 años, el emperador Domiciano.
Según el cálculo que aplicamos sistemáticamente a todos los personajes y situaciones históricas, sus vidas fueron paralelas.

1. Las fechas.
El César Domiciano Augusto Germánico, último de la dinastia Flavia, gobernó entre el año 81 y el 96 de nuestra era. Según nuestro método, su paralelo viviría aproximadamente entre 1930 y 1945.
El Führer o líder, también germánico, Adolf Hitler encaja en esas fechas, pues  gobernó desde 1933/34 a 1945.

2. La dictadura y la megalomanía.
Mientras los anteriores emperadores se conformaron con el título de «princeps civium» o el «primero de los ciudadanos», Domiciano se designó a sí mismo «domine et deus», esto es «señor y dios», y fomentó el culto al emperador. Creía que su destino era liderar a Roma hacia una nueva época de gloria.
Anuló el Senado totalmente, dejando el poder en un pequeño grupo de caballeros y asesores.
Se autoproclamó «censor perpetuo», controlando obsesivamente a los actores y prohibiendo hasta las actuaciones públicas de los mimos, por temor a que realizaran críticas solapadas contra él.

Hitler adoptó a sí mismo un titulo que ningún otro gobernante llevó antes que él, el de «führer», esto es, caudillo o líder en sentido espiritual, político y militar de del tercer Reich o Imperio Alemán. Su saludo implicaba un reconocimiento casi divino, pues el «Heil Hitler!» significa literlamente: «Salve, Hitler».
Estableció una implacable dictadura y persiguió a los artistas e intelectuales de su tiempo que podían criticarle.

3. Perseguidores de judíos y cristianos.
Para personajes que demandaban una adhesión total, judíos y cristianos (que adoraban a un solo dios) les eran un estorbo.

Sobre los judíos, el Talmud recoge una escena en la que un emperador sanguinario, que se entiende es Domiciano, pregunta  disimuladamente como debe hacer para eliminar a los judíos. Un consejero de palacio, llamado Keti’ah bar Shalom (se piensa que era Flavio Clemente), responde que es imposible deshacerse de ellos, para disuadir al emperador de sus planes. El emperador manda ejecutar a este simpatizante judeocristiano. Se sabe que grabó a estos con fuertes impuestos, y Eusebio de Cesarea cuenta que fueron duramente perseguidos.
Del odio de Hitler hacia los judíos, poco hay que explicar, pues unos 6.000.000 de judíos fueron masacrados en su mandato.

En cuanto a los cristianos, Eusebio de Cesarea cuenta igualmente la persecución y el maltrato que sufrieron: «En realidad fue el segundo que instigó la persecución contra nosotros, aunque su padre, Vespasiano, no había concebido nada insólito contra nosotros.» A continuación, narra el destierro del apóstol Juan durante su mandato: «Por aquel tiempo, según la tradición, el apóstol y evangelista Juan (todavía vivo) fue condenado a residir en la isla de Patmos por su testimonio del Verbo Divino.»
Hitler persiguió igualmente a los cristianos que rechazaron darle honores divinos o apoyar su política. Religiosos católicos, protestantes, y de otras confesiones fueron perseguidos bajo su dictadura. Entre ellos, el caso de los Testigos de Jehová fue especialmente notable, porque se negaron como grupo, no solo como individuos aislados, a apoyar la dictadura. Puesto que no realizaban ni tan siquiera el saludo hitleriano, unos 2.500 fueron asesinados bajo el mandato del dictador.

4. Memoria prohibida.

En sinek.es leemos lo siguiente sobre Domiciano:  «(…) ostenta el récord de ser el único emperador sobre el que el Senado emitió de manera oficial un damnatio memoriae (…) (literalmente, «condena de la memoria»). Consistia en relegar al olvido a una persona que, debido a su falta de virtudes, no merecía ser recordada. El palacio de Domiciano fue rebautizado como «Casa del Pueblo», su nombre fue eliminado de todos los registros públicos, sus monedas fueron fundidas, y sus arcos y estatuas fueron derribados (casi todas las estatuas que han llegado hasta nuestros días se hallaban en provincias). En cuanto a sus retratos, la mayoría de ellos se retocaron (el PhotoShop de la época) para que representaran a Galba, el nuevo emperador.

Y en es.wikipedia.org leemos sobre Hitler:
«El nazismo y cualquier reminiscencia ideológica afín fueron prohibidos en casi toda Europa; de hecho no se pueden publicar textos de orientación nazi ni utilizar públicamente esvásticas y otros símbolos hitlerianos sin riesgo de cometer falta o delito punible.
La publicación del libro Mein Kampf de Hitler está prohibida en muchos países europeos, principalmente en Alemania desde 1945 «.

5. La obsesión por las moscas
Esto es una curisidad, por dar un toque de humor a tamaña tragedia.

De Hitler se cuentan al menos dos anécdotas en las que el dictador mandó al frente a algunos soldados que no habían atendido a sus ordenes de cazarle una mosca que le molestaba.
Una ocasión fue en Berlín, y nos lo cuenta Christa Schroeder. El autócrata mandó a un soldado de las SS a matarle una mosca que le molestaba. El comandante, pensando que era una broma, fingió no haber oído la orden. Hitler le grito: «¡Usted es un inútil!. (…) usted, todo un comandante de las SS ¡no puede matar ni una mosca!». Inmediatamente fue enviado al frente ruso.

En otra ocasión, Darges, de las SS y guardaespaldas de Hitler, fue despedido y mandado al frente en Stalingrado cuando no obedeció la orden del dictador de cazarle otra mosca.
Ante la orden de exterminio de la mosca, Darges en tono bromista, respondió que al tratarse de un asunto aéreo, era mejor que le encargara esa misión a la Luftwaffe (fuerzas aéreas). Hitler respondió: «Si no es capaz de mantener a distancia ni una mosca, eso significa que no necesito un guardaespaldas como usted (…) Deberías estar en el frente del Este».

Lo curioso, es que los hombres de Domiciano también hacían bromas respecto a la obsesión del emperador por las moscas.
Suetonio cuenta que Domiciano estaba tan obsesionado con las moscas, que se encerraba a diario durante horas para cazarlas y traspasarlas con un punzón.
Esto causaba comentarios burlescos entre sus hombres de confianza.
Cuando a uno de ellos (llamado Quinto Vibio Crispo), se le preguntó que si había en la habitación alguién con el emperador, él respondió: «ne quidem musc», esto es, «ni una mosca».
Esperemos que Quintio Vibio Crispo, por su broma sobre las moscas, no fuera también enviado al «frente del Este» de su tiempo, esto es, en la guerra de Domiciano contra los dacios.

En conlusión, vemos una vez mas que hasta los dictadores, y hasta sus moscas, tienen su paralelo en el ciclo histórico. «Ne quidem musc» («ni una mosca»), escapa al ciclo de repeticiones de la historia.

adnhistoriadelarte.com                                                                 Job Flores Fernandez 2014 (c)

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2 comentarios

    1. Muchas gracias por su comentario y su muy oportuna corrección. Lleva toda la razón. El dato está equivocado en una de las páginas en que me basé y que tal vez le guste leer (www.sinek.es/His/TitoFlavioDomiciano.html ). Probablemente el redactor los confundió por el carácter despótico de ambos emperadores. Muchas gracias de nuevo.

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