EDAD MEDIA-EDAD MODERNA

DEULOFEU, CATALUÑA, Y SU MATEMÁTICA DE LA HISTORIA

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DEULOFEU, CATALUÑA, Y SU MATEMÁTICA DE LA HISTORIA

Alexandre Deulofeu (1903-1978). Lo llaman cariñosamente «el Nostradamus del Ampurdán» o «el Nostradamus catalán». Este farmacéutico criado en Figueras, vecino y amigo de Dalí, propuso una teoría cíclica de la historia.
En la página web «deulofeu.org» se puede aprender de él a través de su nieto, Juli Gutiérrez Deulofeu. Él cuenta algunas curiosidades de su abuelo en un artículo con fecha 29 de diciembre de 2014 en el periódico «La Vanguardia».
Se dice que Dalí lo admiraba por sus estudios, y pintó a su padre en el famoso cuadro titulado «El farmacéutico del Ampurdán no busca absolutamente nada» (1936). A mi me recordó la famosa frase de Dalí dirigida a Mae West y alusiva a Deulofeu: «Tenéis los mismos labios que el farmacéutico de Figueres».
Tal era la admiración del pintor, que regaló un libro sobre historia cíclica que había escrito Deulofeu al propio Nelson Rockefeller.se dice que George Soros, el especulador financiero que provocó la quiebra del Banco de Inglaterra en 1992, tenía a Deulofeu como consultor privado.
Deulofeu a través de su «matemática de la historia» anunció la caída del muro de Berlín, que Alemania gobernaría a Grecia como ocurre hoy, y la inminente independencia de Cataluña.

La matemática de la Historia

Pero a parte de estas curiosidades, lo que nos interesa de esta mente privilegiada es su teoría cíclica de la historia. Está registrada en su obra «La paz en el mundo por la matemática de la Historia» (1951).

El resumen de su teoría, concuerda plenamente con Splenger, Toynbee y mi propio método:
Cada civilización es un ser vivo: nace, crece, madura, agoniza y muere.

Pero Deulofeu, va más allá y fija un patrón de tiempo fijo, matemático, en cuanto a la duración de la vida de una civilización:

Cada civilización pasa por tres ciclos de 1.700 años cada uno.
Dos fases por ciclo:
a) 650 años de creatividad y libertad
b) 1.050 años de unificación y despersonalización
Los imperios duran unidos una media de 550 años.
Saber esto me conmocionó mucho, porque esa son básicamente las conclusiones a las que yo había llegado sin conocer la obra de este escritor ni de los anteriormente mencionados. La única diferencia es que en lugar de 1.700 años, mi patrón de repetición es aproximadamente unos cien años mayor. De todos modos, un error de unos 100 años en 2.000 años de historia es un margen minúsculo.

La idea es bien sencilla, probable y fácil de seguir:

1º CICLO
a) pueblos ibéricos en autonomía
b) Unificación de pueblos ibéricos bajo Roma por unos mil años: Hispania.

2º CICLO
a) Vuelta a la autonomía de los pueblos ibéricos por unos mil años en la Edad Media.
b) Unificación de los pueblos ibéricos bajo Castilla por unos mil años: España.

3º CICLO
a) Vuelta a la autonomía de los pueblos ibéricos por unos mil años.
etc…

El modelo de gráficas que hace Deulofeu, encaja perfectamente con el que yo tenía hecho y registrado como «Historia Cíclica de España» y que aún no se ha publicado.
En la gráfica de la ilustración se ve la perfecta armonía de ambos modelos cíclicos.
Esta ilustración se ha hecho en concreto para esta página y se centra en la historia de Cataluña frente a la de Castilla.
En el artículo de la independencia de Escocia, vimos al detalle un proceso de independencia paralelo al caso catalán.

Personalmente, no estoy ni a favor ni en contra de estos procesos naturales de unificación y autonomía. Simplemente me remito a registrarlos, como un sismógrafo registra las sacudidas de un terremoto sin tener nada que ver con él.
Tampoco creo que sea esta una ciencia exacta, si bien es cierto que la tendencia de los acontecimientos en general sí es bastante concreta y predecible hasta cierto punto.

Una nota positiva

Notemos que el título del libro es «La paz en el mundo por la matemática de la Historia».
El deseo de Deulofeu era que el conocimiento de estos ciclos naturales promoviera la paz entre los pueblos y se evitaran las guerras. La idea básica es: si todos los imperios tienen fecha de caducidad ¿por qué destruir tantas vidas en vano por ellos?

En la mencionada entrevista para La Vanguardia, el nieto de Deulofeu reconoce que estos sucesos de unificación y desintegración siguen una matemática fija y son ineludibles. Y termina diciendo: «de nosotros depende que sea de modo traumático o fraternal».

Dalí pintó al farmaceutico de Figueras «no buscando absolutamente nada». Yo no sé si iba buscando algo o no, pero sí creo que encontró algo muy importante: un patrón de repetición bastante exacto de la cíclica historia de la humanidad.

Adnhistoriadelarte.com                                                     JOB FLORES FERNÁNDEZ (C) 2015

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EL CALIFA Y EL SULTÁN O EL SULTÁN Y EL CALIFA

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EL CALIFA Y EL SULTÁN, O EL SULTÁN Y EL CALIFA

Hace tiempo escribimos un artículo en el que mostramos que el poder civil y el religioso eran opuestos, y se alternaban según un margen fijo de tiempo.
Lo ilustramos a través de los personajes del «emperador» y del «papa».
El «emperador» representa al poder político o civil, y el «papa» al poder religioso.

Vimos que a la caída del «emperador» romano, el «papa» se hizo con el poder político, y entramos en la Edad Media. Luego, observamos que el «emperador», o poder civil, fue ganando terreno poco a poco al religioso, y entramos así en la Edad Moderna. La Edad Moderna no es sino un renacer de la cultura clásica civil, la de Grecia y Roma.

El califa y el sultán (VII-XV)
Este margen de tiempo exacto que descubrimos en el artículo «El Emperador y el Papa», es aplicable a otras religiones y sistemas de gobierno.
Ahora analizamos el caso del Islam. En esta cultura, al «papa» lo llamaremos «califa», y al emperador, «sultán».

El «califa» representa la máxima autoridad, religiosa y política. El término «califa» significa «sucesor», esto es, del profeta Mahoma. Algunos de los requisitos iniciales para ser califa, según leemos en es.wikipedia.org, eran: ser árabe, y de la familia del profeta Mahoma. El califa a menudo designaba «emires» o delegados provinciales. «Emir» deriva de la raíz «mandar» y se traduce a veces como «príncipe». De ahí que al califa se le designe como «Amir al-mu’minin», es decir, «emir» o «príncipe» de los creyentes.

El «sultán» representa la autoridad civil, como la de un rey o monarca. En árabe significa «el que tiene el poder». Generalmente fue dado a los militares turcos. En principio, durante la Edad Media islámica, el sultán ejercía el poder bajo la autoridad del califa, pues el sultán no tiene poder religioso. Es similar a lo que ocurría en la cristiandad, donde el emperador gobernaba bajo la autoridad o con el beneplácito del papado.

El poder califal sobre los estados civiles empezó en el siglo VII con los sucesores del profeta Mahoma, siendo el califato de Bagdad el más duradero y prestigioso. En la cristiandad ocurría algo similar, cuando los reinos occidentales habían reconocido el poder espiritual del papa de Roma. El papa Gregorio Magno (VII) parece ser que fue el primero en ostentar el título de Sumo Pontífice.

O el sultán y el califa (XVI…)
Vimos, que en el Renacimiento (XVI), como era de esperar según nuestro método, el poder civil se impuso al religioso. Fue un largo proceso desde la «Querella de las Investiduras» (1075-1122) del siglo XI. Luego, en el siglo XVI, estalló la Reforma y los gobernantes se desligaron del poder religioso.
El caso más notable fue el de Enrique VIII (reinado 1509-1547), que se desligó totalmente del poder papal, separando a la Iglesia Anglicana.

¿Ocurrió lo mismo en el islam?
Lo mismo y al mismo tiempo. Sobre siglo XI, en paralelo a la primera disputa entre el emperador y el papa, aparece el primer sultán, de origen turco. Se llamaba Mahmud (reinado: 997-1030), de la dinastía Gaznávida de Afganistán. En 1037, el Sultanato Selyúcida. Y poco después, en 1077, el Sultanato del Rüm, en lo que hoy es Turquía.

Y ya en el siglo XVI, como en la cristiandad, el sultán se impuso al califa.
Se llamaba Selim I (1512-1520), era el sultán otomano o turco. Su vida corre en paralelo a la de Enrique VIII. Selim no era árabe, ni descendiente de Mahoma: era turco.
Pero se hizo con la autoridad religiosa, al hacerse nombrar «califa». Por primera vez en el islam, el poder civil tomaba control del religioso, como pasaba igualmente en la cristiandad. Acababa de aparecer un califato dominado por el sultán, el «califato otomano» (1517-1924). El último califa árabe, proveniente de Bagdad, estaba afincado en Egipto. Éste cedió al sultán turco el manto y la espada del Profeta. Estos eran los símbolos del poder supremo, religioso y civil. Hasta el día de hoy se encuentran en el palacio Topkapi de Estambul (Turquía).

¿El fin del califato?
Vimos que el siglo XX fue la época en la que el poder civil prácticamente acabó con el religioso. Los Estados Pontificios fueron anulados (1870-1929), y el papa desposeído de su último reducto de poder político. Más tarde, este se le devolvería parcialmente en la forma del Estado de la Ciudad del Vaticano.

El califato, «papado islámico», sufrió una crisis similar cuando el califato otomano, el último y que difería del original, fue formalmente anulado en 1924. También desaparece el título de «Jerife de la Meca», descendiente del profeta Mahoma que velaba sobre este sagrado lugar.

Pero pasado este punto extremo, la historia comienza a dibujar su círculo de nuevo.
Es curioso que al presidente actual de Turquía, Erdogan, se le esté tachando de apuntar maneras autoritarias y religiosas. La construcción de un palacio como residencia presidencial en una democracia, y el impulso dado a la religión musulmana en un país laico, han hecho surgir numerosos titulares. Algunos de ellos como «(…) un moderado que quiere ser el «sultán» de Turquía» (La nación.com); «Erdogan, un sultán a la deriva» (El País.com); «El nuevo palacio del sultán Erdogan» (el confidencial.com); «¿El próximo sultán?» (economist.com), etc. A esta avalancha hay que sumar las caricaturas donde el presidente aparece vestido de sultán.

Justo también cuando parecía que el califato nunca más volvería, líderes religiosos del islam vuelven a poner al poder civil bajo su tutela.
Desde 1979, en Irán la autoridad suprema depende del «ayatolá» o máximo líder religioso de la rama chií del islam. Y en Afganistán, llegó a crearse un «emirato islámico» (1996-2001) por los fundamentalistas talibanes.
El fenómeno del «califato» ocurre ahora principalmente en Nigeria y sobre todo en el reciente «estado islámico» de Siria e Irak. Este último «califa», llamado Ibrahim, cambió su nombre al de Abu Bakr. Según es.wikipedia.org, esto lo hizo en honor a «Abu Bakr as-Siddiq el primer Califa del Islam, suegro del profeta Mahoma, y a su vez el iniciador de la serie llamada «de los califas ortodoxos»».

Parece que la historia sigue su incansable ciclo. No es ahora el «sultán» turco el que ha iniciado la ofensiva contra el «califa» de Bagdad. Al contrario que antes, es ahora el «califa» de Bagdad, el que ha iniciado la guerra contra el «sultán» de Turquía.
Como se puede leer en la página de noticias de rtve.es, una vez más, «la intervención de Turquía es decisiva para frenar al Estado Islámico». Ojalá termine pronto esta sinrazón de guerras y terrorismo.

Adnhistoriadelarte.com                                                              Job Flores Fernández 2014 (c)

EL PAPA Y EL EMPERADOR O EL EMPERADOR Y EL PAPA

emp papa

Los temas representados en el arte, a veces son de fuerte contenido religoso, pero en otras épocas son mayoritariamente profanos. ¿A qué es debido?

En el método, el poder civil y el religioso, aparecen a menudo enfrentados en una lucha donde los ganadores se alternan cada 2000 años aproximadamente.

Al poder civil lo representaremos con la figura del «Emperador». Y al poder religioso, con la del «Papa», aunque este es un fenómeno observable en otras culturas ajenas a la europea.

Realmente, en esta lucha de poderes, solo hay dos momentos:

a) Cuando el Papa se impone al Emperador, con lo que hablaríamos de una sociedad medieval.

b) Cuando el Emperador se impone al Papa, con lo cual hablamos de una sociedad moderna.

Veamos la evolución:

ANTIGÜEDAD CLÁSICA

1) Notemos, que en la «Época Oscura» de la sociedad helénica, el sacerdocio era propiedad exclusiva de una casta sacerdotal. El puesto de «Sumo Pontífice» solo podía ser propiedad de alguno de sus miembros.

2) Con el avance de la sociedad clásica o civil, llegó un momento en que personas comunes de las castas más humildes, podían acceder al cargo.

Más adelante, el garante del poder civil, el Emperador, no solo accedió al título, sino que lo hizo hereditario para sus sucesores: el Emperador era también el Sumo Pontífice, teniendo mando en asuntos religiosos.

EDAD MEDIA

1) Estando el Emperador en dominio sobre el Papado, surge una religión que renovaría cultos más antiguos y se expandiría con velocidad: el catolicismo. Se renueva entonces la lucha de poderes, pues el sumo sacerdote de esta religión luchará desde entonces por imponerse al emperador.

2) Al convertirse en católicos gran parte de la plebe, el emperador termina haciéndose católico también, por temor a perder el poder sobre el pueblo, de una religión de la que él ya no es Sumo Pontífice. Es más, para hacerse católico, se ve obligado a renunciar a este título pagano.

3) Al inicio de la Edad Media, el Sumo Sacerdote de Roma consigue el título que tanto ansiaba y que el emperador rechazó por considerarlo pagano: el de Sumo Pontífice. Ya en la mayor parte de Europa, su autoridad se impone a la de los reyes locales.

4) Un pasó más se da cuando el Papa adquiere el control absoluto sobre el poder civil: es él el que nombra y corona al Emperador. Como vemos, en esta lucha de poderes, el Papa se ha acabado imponiendo al Emperador.

EDAD MODERNA

1) La Querella de las Investiduras, o la lucha del Emperador por desligarse del poder del Papa, es la grieta que terminará desmoronando con el tiempo el poder del papado sobre el mundo civil.

Poco a poco se consiguen logros, y con la Bula de Oro, el Emperador no necesita ya del consentimiento del Papa para gobernar.

2) El siguiente paso se dió en la Reforma, cuando por primera vez, los reyes se independizan del papado, llegándose al extremo en Inglaterra, donde el rey será además el «Papa» o cabeza de su iglesia, la Anglicana.

3) En esa tónica, el nuevo Emperador de Occidente, Napoleón, rehúsa ser coronado por el Papa, y si bien no se erige cabeza de ninguna iglesia, impone un laicismo que se extenderá por Europa y dará lugar a numerosas desamortizaciones o expropiaciones de bienes del papado en otros países.

4) El máximo poderío del Emperador o gobernador civil, sobre el Papado o poder religioso, se dio en nuestro siglo XX, con el surgimiento de naciones «ateas» como Rusia, el laicismo moderno, y un hecho muy notorio: en la unificación italiana, el rey de Italia anula por unos años las posesiones del Papa en los Estados Vaticanos, desapareciendo estos. Parece que de nuevo, el Emperador ha terminado imponiéndose al Papa. ¿Se seguirá repitiendo la historia?

                                                                           JOB FLORES FERNÁNDEZ 2014