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¡AY JHERUSALEM!

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Jerusalén, la tantas veces conquistada, es nuestro tema de análisis hoy.
En el artículo «Iudaea Capta», estudiamos los paralelismos históricos entre la toma de Jerusalén por los romanos en el siglo I d.C, y su moderna conquista occidental del siglo XX. Ahora veremos otro momento trágico de la historia de la ciudad santa: su destrucción a manos de Nabucodonosor II, rey de Babilonia, y su paralelo en el siglo XIII d.C.
Nuestro estudio se basará en el análisis de dos poemas de lamento sobre Jerusalén que, según nuestro método, son paralelos en la historia.

Lamentaciones sobre Jerusalén
En principio, Jerusalén y Babilonia rindieron vasallaje a los reyes de Asiria.
Una revuelta en Babilonia, puso en el trono a Nabopolasar y posteriormente a Nabucodonosor II, los últimos dos grandes reyes babilonios antes de la llegada de los persas. Estos acabaron con el poder de Asiria. Para Jerusalén, esto supuso la liberación de sus antiguos amos, pero a la vez, el somentimiento ahora al Imperio Neobabilónico.

A medio camino entre el siglo VII y el VI a.C. Jerusalén se rindió al vasallaje de Babilonia. No obstante, las repetidas rebeliones judías, hicieron que el rey Nabucodonosor II capturara al rey Joaquim de Judá y lo sustituyera por Joaquín. Pero al poco, el rey de Babilonia vuelve llevándose al destierro a la nobleza judía y saqueando el Templo judío.
Poco después, el rey de Babilonia puso a Sedecías como rey títere de Judá, pero este también se rebeló. El resultado fue un segundo sitio de Jerusalén que llevó a arrasar completamente la ciudad y el Templo y a llevarse al resto de sus habitantes al exilio en Babilonia. Con esto quedó eliminado para siempre el Reino de Judá en Jerusalén.

En este contexto se escribe el libro bíblico de las Lamentaciones de Jeremías, profeta judío contemporáneo a los hechos. Se compone de cinco poemas donde se llora la destrucción de la ciudad santa y se describen los horrores y penalidades sufridos. Los cuatro primeros poemas son alfabéticos, es decir, cada estrofa comienza con una letra del alfabeto hebreo, haciendo un total de 22.

¡Ay Jherusalem! 

¡Ay Jherusalem! Es el título y el estribillo de un poema castellano de mitad del siglo XIII donde se llora la perdida del llamado «Reino Cristiano de Jerusalén» y su saqueo por los musulmanes en 1244 d.C. Ustedes pueden leerlo al completo en el siguiente enlace: http://www.fjse.arrakis.es/otros.htm#ay.
Es interesante, que ese momento es paralelo según nuestro método con el saqueo y la destrucción de Jerusalén a mano de los babilonios que acabamos de narrar.

El poema es un «planto» o «endecha», un poema triste, como las Lamentaciones.
Otro dato interesante, es que aunque es compuesto para cristianos por un contemporáneo a los hechos, tiene una clara influencia judía. Esto se pone de manifiesto en la obra «Judíos en la literatura española», de Jacob M. Hassán y Ricardo Izquierdo. Estos estudiosos, ponen de relieve los múltiples paralelismos entre este planto castellano y el libro judío de las Lamentaciones.

Una de las características más interesantes, es que el poema castellano, algo muy raro en nuestra literatura, también es alfabético, como las Lamentaciones judías.
Así cada una de sus 22 estrofas se refiere a una letra del alfabeto latino, en el siguiente orden: ABCDEFGHIKLMNOPQRSTV-DQ. Esto es especialmente interesante, por que los poemas latinos alfabéticos constan normalmente de 23 letras, no de 22 como los judíos.
De todo ello se desprende la clara influencia judía en este planto o poema triste cristiano.
(Las dos letras finales «DQ», fuera de orden alfabético, tal vez hagan alusión al lema cruzado «Dios lo quiere»).

Otro aspecto, es el parecido tan notable entre los acontecimientos que se narran. Muchos han supuesto que el autor del planto castellano citaba directamente del libro judío de las Lamentaciones, lo cual es muy probable. Pongamos una citas como ejemplos:

Lamentaciones 1:8 y 2:20,21 y (Biblia de Jerusalén)
«(…) Mucho ha pecado Jerusalén, por eso se ha hecho cosa impura (…)
¿Tenían las mujeres que comer sus frutos, a sus niños de pecho?
¿Tenían que ser asesinados en el santuario del Señor sacerdote y profeta?.
Por tierra yacen en las calles niños y ancianos; mis vírgenes y mis jóvenes cayeron a cuchillo;(…)».

Ay Jerusalén:
«(…) Hora es venida, por nuestros pecados, de tan negro dia moros esforçados. Llena por encima vence moreria en Iherusalem.
(…) Sacerdotes e fraires en cadenas presos; tienen a los abades en cepos de maderos.
(…) Vienen las donzellas que eran delicadas, en cadenas presas e muy atormentadas.
(…) Veen los cristianos a sus fijos asar, veen a sus mujeres vivas destetar;
vanse por los campos, cortos pies e manos, en Iherusalem.
(…) De las vestimentas facian cubiertas; del Sepulcro Santo facian establo; (…)»

El poema hace mención constante a un Concilio con el fin de preparar una cruzada para reconquistar Jerusalén tras el saqueo y reconquista musulmana de 1244. De ahí se desprende que se compuso con referencia al concilio de Lyon en 1274 o en el de 1245.
Si los generadores de la catástrofe de Jerusalén fueron los babilonios, el autor del planto no deja duda sobre quienes destruyeron el Reino de Jerusalén en el siglo XIII:
«(…) Fazen ayuntamiento los de Babilonia, con los africanos para los de Etiopia, paran los coraminos, tartaros e miros, por Iherusalem. (…) Raros muy amargos moros cuantos son, tienenlo cerrado al altar de Sion. (…)».
Los ayubíes de Siria, aliados del califa de Bagdad (Babilonia), invitaron a los corasmios en 1244 a arrasar Jerusalén. Eliminaron así a los últimos reyes del llamado «Reino Cristiano de Jerusalén». Posteriormente, los propios ayubíes retoman la ciudad para el califa de Bagdad (1247). Aunque serán finalmente sus esclavos mamelucos de Egipto los que se hagan con Jerusalén entorno a 1260.

Los mencionados corasmios comenzaron el asedio en julio, y la tomaron finalmente el 23 de agosto de 1244, según «La epopeya de las cruzadas», de René Grousset. (Los babilonios lo habían hecho siglos antes igualmente, comenzando en julio y terminando el 28 de agosto al parecer.)
Las tropas musulmanas masacraron y saquearon la ciudad, tratando de destruir todo resto dejado por los cristianos. En wikipedia.org se dice que «la arrasaron dejándola en ruinas, y completamente inservible (…)» y que «despiadadamente diezmaron la población, dejando sólo 2.000 personas».
En santosepulcro.custodia.org leemos: «El asalto y el saqueo de Jerusalén provocaron el asesinato y el alejamiento de los cristianos y la basílica (del Santo Sepulcro) de nuevo fue dañada y las tumbas de los reyes destruidas».

Así, como reza el dicho castellano, podemos decir que los habitantes de Jerusalén, de nuevo «lloraron más que Jeremías» en esta segunda destrucción paralela de mitad del siglo XIII d.C.

Lamentaciones 2:18 (Biblia de Jerusalén):
«¡Clama, pues, al Señor, muralla de la hija de Sión; deja correr a torrentes tus lágrimas, durante día y noche; no te concedas tregua, no cese la niña de tu ojo!»

Ay Jerusalen:
«Bien querria mas convusco plañir, llorar noches e dias, gemir e non dormir, que contarvos prosas
de nuevas llorosas de Iherusalem».

ADNHISTORIADELARTE.COM                          JOB FLORES FERNANDEZ (C) 2015

LOS MACABEOS DEL YEMEN

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LA ERA SELÉUCIDA
En Occidente, contamos nuestro tiempo desde donde comúnmente se piensa que nació Cristo.
En el Imperio Seléucida (Siria y Babilonia), contaban el tiempo desde el año 311, cuando Seleuco I Nicátor conquistó Babilonia. Las fechas que usan este calendario como base, vienen seguidas de las siglas «SE» o «sel.»

Elias J. Bickerman, en su obra «Notas sobre la cronología parta y seléucida» (1943) da un ejemplo de este calendario al decir: «Por ejemplo, la restauración del templo de Jerusalén por Judas Macabeo , aproximadamente el 15 de diciembre el año 164 aC, cayó en el año 148 de la Era Seléucida según el cálculo judío».

Es fácil realizar las conversiones entre el calendario seleúcida y el occidental, pues se trata solo de sumar o restar 312 años, según proceda. Como hemos visto en el ejemplo de la cita, si al año 148 seleucida le restamos 312 años, nos da el año 164 a. C.

También hemos leído, que este es el calendario que se usa en los libros de los Macabeos para contar el tiempo.
En ese relato se narra la gran persecución de los judíos por parte del rey seléucida Antícoco IV Epífanes. Esta persecución y conversión forzosa de judíos, comenzó el 25 de kislev del año 167 a.C y terminó el 25 de kislev, pero del año 164 a.C. (He hallado tanto las fechas 168-165 a.C como 167-164 a.C para la persecución judía por parte de los seléucidas. El cambio de un año no afecta a lo publicado.)

Aunque el calendario seléucida cayó evidentemente en desuso y hoy solo es una curiosidad histórica, hay todavía un único grupo de personas que lo sigue usando. Según la Enciclopedia Judía, son la comunidad judía del Yemen. Como sus antecesores, los judíos del tiempo de los Macabeos, ellos usan el calendario seléucida.
¿Habrán sufrido como sus ancestros, una persecución religiosa similar?
Sí, la sufrieron, y lo que es mas notable, al mismo tiempo, en el punto exacto en paralelo según nuestro método.

En nuestra cronología particular, los años 167-164 a.C son paralelos con 1677-1680 d.C aproximadamente. Según la «era seléucida», esto serían los años 145-148 SE, y 1989-1992 SE respectivamente.

LOS MACABEOS DE ISRAEL (167-164 a.C./ 145-148 SE)
Leamos en primer lugar el relato de los años 167-164 a. C. o del 145-148 de la era seléucida. En 1 Macabeos 1:54-64 de la Traducción al Lenguaje Actual, leemos:

«El día quince del mes de Quislev, cuando los reyes griegos cumplieron ciento cuarenta y cinco años en el poder, el rey Antíoco construyó un altar en honor del dios Zeus. Mandó construirlo justo encima del altar de las ofrendas quemadas del templo de Jerusalén, y lo mismo hizo en las demás ciudades de Judea. En honor a los dioses de otras naciones muchos israelitas traidores quemaban incienso en las puertas de las casas y en las calles.
Además, cuando los inspectores encontraban una copia de la ley de Dios la rompían y la quemaban. Si un israelita era sorprendido con algún libro de la ley de Dios, o si éste la obedecía, se le condenaba a muerte, pues así lo había ordenado el rey. Los extranjeros que no creían en Dios, aprovechándose de su poder, perseguían constantemente a los israelitas. (…) A pesar de toda la persecución, hubo israelitas valientes que se negaron a comer alimentos impuros. Estos israelitas estaban dispuestos a morir, antes que comer esos alimentos y desobedecer la ley de Dios. Fueron muchos los que murieron. Aquélla fue una época de mucha desgracia para Israel».

En 1 Macabeos 2:29-38 se narra el exilio de muchos judíos al desierto y de como sufrieron la muerte:
«Por esa época, muchos que querían llevar una vida recta de acuerdo con la ley, se iban a vivir al desierto con sus hijos, sus mujeres y sus animales, pues la situación se había hecho intolerable. Entonces se informó a los funcionarios del rey y a las fuerzas militares estacionadas en Jerusalén, la Ciudad de David, que los que habían desobedecido las órdenes del rey se habían ido a esconder en el desierto, y muchos soldados fueron rápidamente en su persecución. Los alcanzaron, tomaron posiciones frente a ellos, se prepararon para atacarlos el día sábado, y les dijeron:
—¡Basta ya! ¡Salgan, obedezcan las órdenes del rey y quedarán con vida!
Ellos respondieron:
—¡Pues no saldremos, ni obedeceremos las órdenes del rey, de profanar el sábado!
Inmediatamente los soldados comenzaron el ataque; pero los israelitas no les respondieron, ni les tiraron una sola piedra, ni fortificaron sus refugios, sino que dijeron: «¡Muramos todos con conciencia limpia! ¡El cielo y la tierra son testigos de que ustedes nos asesinan injustamente!» Así pues, los soldados los atacaron el día sábado, y los israelitas, con sus mujeres y sus hijos y sus animales, murieron. Eran en total unas mil personas».

LOS MACABEOS DEL YEMEN (1677-1680 d.C./1989-1992 SE)

Ahora leamos su paralelo según nuestro método. Algunos descendientes de aquellos judíos emigraron a Yemen. Allí guardaron sus leyes y son la única comunidad que sigue usando su calendario seléucida. Hemos hallado la fecha paralela según nuestro método: estamos en el año 1677-1680 d.C o en el 1989-1992 SE (de la era seleúcida). El Rabbi Amram Qorah, recogió un registro de los sucesos escrito por Rabbi Pinheas en la primera página de un libro de oraciones en 1680. Dice así:

«Ahora voy a informarle, hermanos míos, de lo que nos ha pasado en este tiempo, desde el principio del año 1990 de la Era Seléucida (1678 dC) y en 1991 [del mismo] (1679 dC), el rey emitió un decreto y demolió todas las sinagogas de todas las ciudades de Yemen, y también algunos de los libros y escritos sagrados fueron profanados en la mano de los gentiles, a causa de nuestros grandes iniquidades, por lo que ya no podíamos hacer nuestras oraciones [públicas], excepto sólo un número muy reducido [ de hombres] en secreto dentro de sus casas.
Después, el rey hizo un decreto contra los judíos para expulsarlos al desierto de Mawza’ , mientras que (…) demolieron también sus casas. (…) Así que, por estas cosas, eramos un ofensa entre las naciones, que buscaban continuamente maneras para que cambiemos [de religión] ¡Dios no lo quiera!
Así, todos los exiliados de Yemen se plantaron y dejaron a un lado sus posesiones más queridas y preciosas, como el fin de que el nombre de Dios sea santificado, bendito sea, incluyendo sus campos y sus viñas, y entregados a sí mismos como mártires por el nombre de Dios, bendito sea. Y si uno necesitaba salir al mercado, no podía evitar ser objeto de odio y rencor, mientras que hubo algunos a quienes incluso se le atacó o le llamaban con insultos, por lo que se cumplió en nuestra generación, la Escritura que dice: ¿Quién va a levantar a Jacob, porque él es demasiado pequeño (Amós 7: 2, 5) para cargar todas las aflicciones. (…) Sin embargo, el nombre divino, bendito sea, nos da fuerza para soportar todos esos problemas y tribulaciones de cada día «.

El libro The Jews of Yemen: Studies in Their History and Culture (1999), escrito por Joseph Tobi, hace un detallado informe de estos sucesos. Efectivamente, desde el 26 de septiembre del año 1677 en Yemen salió la orden de cerrar y destruir las sinagogas.
A continuación, y según Necati Alkan, el sultán otomano Mehmet IV ordenó la expulsión de judíos en 1678. Finalmente, los judíos partirían a un exilio en el desierto que comenzó en 1679 y terminó en 1680.

Las fechas entre 1677 y 1680 son exactamente paralelas, según nuestro método, con las fechas del 167 a.C. 164 a.C.
Traducido a la cronología seléucida, los sucesos del 1989-1992 SE son paralelos a los del 145-148 SE.

En el libro 2 de Macabeos capítulo 7, se habla sobre el martirio sufrido por estos judíos que no quisieron renegar de su religión. En concreto de una madre (Hannah) y sus siete hijos, así como de un judío anciano que era el maestro de los jóvenes.
Del mismo modo, estos descendientes de aquellos judíos enfrentaron el martirio por no renegar de su fe en una fecha paralela.

LOS POEMAS DE LA TRISTEZA

En este capítulo del libro de los Macabeos, aparecen diversos poemas sobre la tristeza de los judíos. Igualmente surgió un famoso poeta que vivió el exilio del siglo XVII de esta comunidad judía, llamado Shalom Shabazi. Es el mayor poeta del Yemen, y sus cánticos ayudaron a sobrevivir a una comunidad judía en un exilio de unos dos años y del que dos tercios de su comunidad pereció (piyut.org)

Por ejemplo, en una parte del poema de Macabeos 1:38 leemos:
«Los gobernadores
y los jefes del pueblo
lloraban a gritos».
«Por miedo al enemigo,
los habitantes de Jerusalén
huyeron espantados,
y se fueron de la ciudad
porque se llenó de extranjeros.»
«Los israelitas sufrían mucho
y se sentían muy humillados».

Y en los poemas yemeníes, como los de Salim ben Said, leemos:
«En el día en el que los sacó de sus casas,
sus ojos llovieron lágrimas de sangre» (…)
«(Los gentiles) envían su miedo sobre nosotros,
mientras los jinetes nos afligen» (…)
«Han humillado nuestra religión, y nos han llaman para convertirnos en musulmanes;
incluso al pecado y a profanar la Ley Divina».

JANUCÁ: LA RESTAURACIÓN DEL TEMPLO DESPUÉS DE SU PROFANACIÓN

Como leímos en los Macabeos, el templo fue profanado instalándose sobre él un altar a Zeus en tiempos de Antíoco IV Epífanes («Imagen de Dios»). Este murió en el 164 a.C parándose entonces la persecución y restableciéndose la adoración judía en el Templo.

También el líder yemenita, Al Mahdi Ahmad murió en la fecha paralela de 1681 d.C. Fue él quien destruyó las sinagogas, y especialmente la más importante, la de Saná, colocando sobre ella una mezquita. En una inscripción sobre esta mezquita que se llamó «de los Desterrados» se puso: «Nuestro rey Al-Mahdi, el sol de iluminación, (…) desterró a los judíos de Samá, que son la escoria del mundo, y convirtió su sinagoga en una mezquita para postrarse ante Alá (…)».
Como en tiempos de los Macabeos, en un par de años, a los judíos que quedaban se les dejó volver. Tendrían que vivir en un barrio aparte que ellos mismos construyeron a las afueras de Samá. Allí restablecieron su culto en una nueva sinagoga llamada «AlSheik».

Los judíos del tiempo de los Macabeos, dedicaron la fiesta de ocho días llamada «Janucá» o «Fiestas de las Luces», para conmemorar la restauración tras la persecución. Esta fiesta sigue conmemorándose entre los judíos de todo el mundo.
Los judíos yemenitas siguen también esta costumbre de sus ancestros. Tienen en cambio la particularidad de dedicar el séptimo día de la fiesta para honrar a las mujeres. Lo hacen en alusión a Hannah, mujer judía que sufrió el martirio junto a sus siete hijos, según se narra en el libro de Macabeos.
Otra particularidad son los candelabros especiales de ocho mechas más una usadas para esta fiesta. En Yemen, estas lámparas llamadas «januquiá» son de piedra, y muchos historiadores piensan que así serían las originales que se usaron en la antigua Judea.

Aunque evidentemente existen diferencias entre los sucesos ocurridos a los judíos mártires Macabeos, y los acaecidos a sus descendientes, los judíos mártires del Yemen, el parecido es realmente notable.  Ya sea que empleemos el conteo de años occidental o el seléucida, la historia siempre es cíclica, y se repite  justo a tiempo.

Adnhistoriadelarte.com                                                             JOB FLORES FERNÁNDEZ (C) 2015

IUDAEA CAPTA. LA CONQUISTA DE JERUSALÉN

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IVDAEA CAPTA . LA CONQUISTA DE JERUSALÉN.

La toma de Jerusalén en el siglo I es un suceso histórico de enorme relevancia.

¿Tendría su paralelo en tiempos modernos?

En el siglo I, el conflicto se llamó la «Primera Guerra judeo-romana» o «Gran Revuelta Judía». Se inició en el año 66 con una insurrección en la ciudad santa.

Luego, entre el año 69 y 73 ocurrió la invasión de Judea por parte de los romanos y la toma de Jerusalén.

Fue una época complicada en el Imperio Romano pues en el año 69 había ocurrido una guerra civil, que hoy llamaríamos internacional. Se llamó «el año de los cuatro emperadores». El Imperio se dividió pues cuatro gobernantes quisieron hacerse con el cargo de emperador durante ese año (Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano). Este conflicto estuvo muy relacionado con la toma de Jerusalén, pues fueron los ejércitos de Egipto y Judea, con la ayuda de Siria, los que llevaron a Vespasiano al poder imperial.

Aplicando el cálculo matemático en nuestro método histórico, el año 66 correspondería aproximadamente con 1911, y en consecuencia, las fechas del 69 al 73 con los años de 1914 al 1918 aproximadamente. En esas fechas ocurrió una revuelta en Jerusalén, seguida de una guerra entre los imperios occidentales que llevó a la toma de Jerusalén. Son los sucesos entorno a la I Guerra Mundial (1914-1918). Aunque la historia nunca se repite exactamente igual, como veremos el parecido entre los acontecimientos es sorprendente.

Primer asalto: La revuelta del año 66 o la del 1911.

En el siglo I, se dio la llamada Primera guerra judeo-romana o Gran Revuelta Judía.

En el año 66 se produce un primer conflicto en Jerusalén. La aparición del cometa Halley en ese año, fue vista por algunos como presagio de desgracias.

Al parecer, el procurador romano había robado del tesoro del Templo, y el Sumo Sacerdote mandó atacar a los romanos. El gobernador de Judea, Herodes Agripa II tuvo que huir porque su vida peligraba. Para sofocar la revolución, acude Cestio Galo, que rodea la ciudad amurallada. Avanzaron hasta el muro del Templo, protegidos por sus escudos. Josefo dice: «Se deslizaban las flechas sin dañar, y […] los soldados pudieron, sin riesgo, minar la muralla y prepararse para pegar fuego a la puerta del Templo». Sin embargo, cuando todo parecía perdido para los judíos, «Cestio retiró repentinamente sus tropas […] y sin razones valederas abandonó la ciudad.»

En su paralelo, según el método sería 1911 aproximadamente. Recordemos que el cometa Halley curiosamente volvió a aparecer en 1910, y al parecer fue visto en Jerusalén en 1911 según cuenta el dominico padre Lagrange. En esta fecha hubo una revolución en Jerusalén relacionada también con un presunto robo del tesoro del Templo (hoy la Cúpula de la Roca musulmana).

También fue la máxima autoridad religiosa, en este caso el muftí musulmán, el que inició una revuelta que hizo huir al gobernador otomano o turco de Jerusalén.

Todo se inició por una expedición del ex oficial militar británico Montague Parker. Este equipo buscaba de noche el Arca de la Alianza en unos túneles bajo el Monte del Templo. Llegaron furtivamente al recinto del Templo, y rompieron el pavimento para excavar en unos túneles subterráneos. Un vigilante musulmán los descubrió y alerto a la población de que unos cristianos, de la conspiración turco-británica, quería robar los tesoros del Templo.

Ese día, 17 de abril de 1911, Jerusalén era un hervidero. Coincidían la Pascua ortodoxa, la judía, y la peregrinación musulmana de Nabi Musa. El muftí o líder musulmán que dirigía la procesión, dirigió a los peregrinos enfurecidos hacia el Templo. El escándalo llegó a toda Jerusalén y en menos de una hora una muchedumbre de judíos y musulmanes inmediatamente se concentró frente a los muros pidiendo la muerte de los exploradores. Estos pudieron escapar afortunadamente llegando al puerto de Jaifa, donde un yate los esperaba. Otros que los ayudaron, se salvaron de ser linchados solo por la intervención de las tropas otomanas.

La revuelta creció al grado de intentar matar al gobernador otomano de la ciudad, que tuvo que ocultarse. Durante los días siguientes, las amenazas entre cristianos y musulmanes fueron tan grandes que las tiendas estuvieron cerradas y había patrullas en cada calle. Ante la amenaza de una masacre de cristianos, 8.000 peregrinos rusos se armaron para responder a los musulmanes. El momento álgido estalló en el Monte del Templo cuando 10.000 personas se hallaban congregadas, y ante el pánico se oyeron voces gritando: ¡masacre!. La multitud corrió a las casas armándose y montando barricadas.

Esta información ha sido tomado de las obras: «Lo que las arenas ocultan», de Jose Antonio Solís Miranda y «Jerusalem: The Biography,» escrito por Simon Sebag Montefiore.

Segundo asalto: La toma de Jerusalén.

Volviendo al siglo I, la guerra comienza de nuevo entre los años 69 y 73. En el 69, fue Tito, el hijo del emperador romano Vespasiano, quien asedia la ciudad de nuevo. En el año 70, los romanos penetran en las murallas e incendian el Templo. La guerra continúa tras el fin de la conquista de Jerusalén en el año 71.

Hacia el año 72 los romanos se dirigen a la última fortaleza judía, Masada, que cae en el año 73. Estaba situada al sur del Mar Muerto y del río Jordán. Las imágenes de los militares romanos con sus águilas imperiales entrando en Jerusalén y en el recinto del Templo debieron quedar grabadas en las retinas de los habitantes de Jerusalén.

En el siglo XX, los ejércitos occidentales vuelven a Jerusalén, para tomarla de nuevo. El marco de su captura fue la I Guerra Mundial. En esta se dio la Campaña del Sinaí y Palestina (1915-1918). En nuestro método, esas fechas coinciden con los años 70-73 exactamente.

En 1914, bajo el káiser Guillermo II, llegaron los primeros militares alemanes para reforzar a las tropas turcas que tenían el dominio de la ciudad. En 1916, los militares alemanes de la Expedición Pasha I se establecen en Palestina. A inicios de 1917, el general alemán von Falkenhayn llega Jerusalén, y tenemos fotos de él en el recinto del Templo. De nuevo las águilas imperiales de los militares occidentales se plantan sobre el recinto del Templo. El 9 de diciembre de 1917, Jerusalén es conquistada, no por los alemanes, sino por los británicos del general Edmund Allenby.

Tras la toma de Jerusalén, los ejércitos occidentales se dirigen al Jordán, a la zona del Mar Muerto, como antiguamente hicieran los romanos. La llamada «Ocupación del Valle del Jordán», incluyendo la zona de la antigua Masada, ocurrió en 1918 tras la caída de Jericó. Esto es sobre el año 73 según nuestro método.

La llamada «Campaña del Sinaí y Palestina» tuvo su último acto en 1918. La batalla definitiva se llamó «La batalla de Meguidó», pues tuvo lugar en ese histórico lugar llamado Har Meggido en hebreo.

En el siglo I, aproximadamente 1.000.000 de judíos murieron. Estos acontecimientos dieron origen a la llamada «diáspora» o dispersión de judíos.

No he podido conseguir datos específicos de la I Guerra Mundial en Palestina. Pero en Oriente Medio en general hubo unos 5.000.000 de muertes incluyendo civiles y descontando las de los Aliados. La «Declaración de Balfour» de 1917, dio origen a la creación del Estado de Israel y a la consecuente diáspora de palestinos, llamada «Nakba» o «desastre», porque ya van casi 1.000.000 según fuentes palestinas. Igualmente, parece producirse un paralelo éxodo de judíos que viven en países árabes y musulmanes, donde desde los años 40 se cuentan ya entre 900.000 y 1.000.000. ¿Estamos viviendo la diáspora de nuestro siglo?

Los arcos del triunfo

En Roma se alzó un arco del triunfo en honor a Tito, el conquistador de Judea, y se emitieron monedas con la inscripción «IVDAEA CAPTA» o «Judea conquistada». En este arco romano, se ve a los ejercitos occidentales llevándose el mobiliario sagrado del Templo.

De modo parecido, numerosos arcos del triunfo se alzaron en Occidente en honor a los combatientes de la I Guerra Mundial, concretamente en Inglaterra y Estados Unidos.

Los que he podido encontrar son los «victory arch» de Madison Square (Nueva York ,1918), el de Virginia (1918), el de Louisiana (1919) y el de Rosedale (Kansas, 1923-24).

En Londres hallamos el de la estación de Waterloo, de 1922. En él, una Niké o diosa alada de la victoria, guía a las tropas de estos nuevos «romanos» británicos.

Esta misma Niké o victoria es la que aparece en el relieve del arco de Tito, guiando a los antiguos romanos en la ya repetida batalla de Jerusalén.

Adnhistoriadelarte.com                              JOB FLORES FERNANDEZ 2014 (C)