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NAVEGANTES EN PARALELO

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NAVEGANTES EN PARALELO

La era de los descubrimientos se inicia en la península ibérica en el siglo XV, y con ella dará comienzo la época dorada de los grandes imperios sureños: el Imperio Portugués y el Imperio Español. ¿Habrá algún precedente para esta época de bonanza ibérica?

NAVEGANTES CARTAGINESES

En un artículo anterior, comparamos las guerras púnicas (entre cartagineses y romanos) con las habidas entre España e Inglaterra por la supremacía de los mares.

Así, que siguiendo el método, habrá que ir a la historia cartaginesa en busca de los precedentes de la «era de los descubrimientos» de la época moderna.

Cartago llegó a un momento de esplendor bajo el general que fundaría una nueva dinastía: Aníbal Magón (-406 AEC), nieto de Amílcar Magón. Lanzó además una campaña victoriosa en Sicilia contra los griegos hacia el 409 AEC. En su época se cree que además:

– Se fundaron nuevas colonias en el norte de África, exactamente en Túnez.

– Se sufragó el viaje de Hannón el Navegante. Noticias de este Periplo de Hannón, la tenemos en los escritos de Plinio El Viejo, donde se narra el viaje de exploración del marinero púnico alrededor de la costa africana. Se cree o bien que llegó al extremo occidental de África, o hasta algún punto del África Ecuatorial, pues se habla de selvas y «gorilas».

– Otro viajero, Himilcón, llega hasta las Islas Británicas, buscando probablemente comprar estaño para fabricar bronce y otros valiosos metales a cambio de sal y manufacturas. Himilcón presentó una imagen aterradora de su viaje, lleno de algas y monstruos marinos, tal vez para disuadir a la competencia griega y romana de seguir sus rutas.

Herodoto (480-450 AEC) nos cuenta como serían más o menos las tácticas de estos comerciantes:

«Los cartagineses nos dicen que comercian con una raza de hombres que viven en una parte de Libia más allá de las Columnas de Hércules. Al llegar a este país, descargan sus productos, que colocan ordenadamente a lo largo de la playa, y después, regresando a sus barcos, hacen una señal de humo. Al ver el humo, los nativos bajan a la playa, y dejan en el suelo una cierta cantidad de oro a cambio de las mercancías, y se van otra vez a una distancia. Los cartagineses luego bajan a tierra y echan un vistazo al oro; y si piensan que presenta un precio justo por sus productos, lo recogen y se van; si, por el contrario, parece demasiado poco, van de nuevo a bordo y esperan, y los nativos vienen y añaden oro hasta que están satisfechos». (Historias 4.196)

NAVEGANTES PORTUGUESES

La epopeya de los descubrimientos comenzó en la época moderna en un período exactamente paralelo al siglo V AEC según nuestro método: el siglo XV EC.

Juan I de Avis (1357-1433), primer rey de dicha dinastía, viviría el éxito de las siguientes expediciones portuguesas:

– La conquista de Ceuta (1415) en el norte de África.

– Los viajes de Enrique el Navegante (1394-1460) que llegaron hasta Guinea-Bisau (1446), y darían inicio a la posterior circunnavegación de África.

– Otro viajero, llamado João Vaz Corte Real (1420-1496 EC), fue enviado por el rey de Portugal a Dinamarca, para encabezar una expedición más hallá de Groenlandia en 1470. Él descubrió las costas de Canadá, la Terra Nova, que el llamó «A Terra dos Bacalhaus» (Tierra de los Bacalaos) Todas estas expediciones las mantuvieron en secreto por su valor comercial, pero efectivamente, pisaron tierra americana antes que Cristobal Colón (1492 EC).

EL FIN DE LOS NAVEGANTES CARTAGINESES E IBÉRICOS

En Portugal, las expediciones y la pesca del bacalao empezaron a caer en desgracia desde su unión con España, pues la mayoría de sus barcos se emplearon ahora para las guerras, como la de la famosa «Armada Invencible» contra Inglaterra. Los piratas ingleses, como sir Francis Drake, harían muy difícil la pesca del bacalao y las exploraciones para los portugueses.

Y en el caso de España, ya vimos que sus descubrimientos americanos también le fueron en parte arrebatados por los ingleses.

Si queremos hacernos una idea de los que esto significó para los imperios ibéricos, solo hay que viajar al pasado con nuestro método y ver la situación paralela a la que se enfrentaron nuestros dobles, los navegantes y descubridores cartagineses.

No hay que tener mucha imaginación para ver a un Francis Drake » a lo romano», persiguiendo a un barco cartaginés cargado de oro y tratando de llegar a Cádiz, la Gadir cartaginesa.

Esto es exactamente lo que pasaba, como veremos en el texto a continuación:

Las islas Kassiterides (al parecer, las Islas Británicas) son en número de diez, todas ellas muy cercanas entre sí y situadas hacia el norte del Puerto de los Artabroi, en plena mar(…) Viven, en general, del producto de sus ganados, a la manera de los pueblos nómadas. Tienen metales de estaño y plomo, y los cambian, así como las pieles de sus bestias, por cerámica, sal y utensilios de bronce que les llevan los mercaderes.

En un principio este comercio era explotado únicamente por los cartagineses desde Gadeira (Cádiz), quienes ocultaban a los demás las rutas que conducía a estas islas. Cierto navegante, viéndose seguido por los romanos, que pretendían conoce la ruta de estos emporios, varó voluntariamente por celo nacional en un bajo fondo, donde sabía que habrían de seguirle los romanos, pero habiendo logrado salvarse él de este naufragio general, le fueron indemnizadas por el Estado las mercancías que perdió. Pero los romanos, a fuerza de numerosos intentos, acabaron por descubrir la ruta de estas islas”.

(A. García Bellido, España y los españoles hace dos mil años según la «Geografía» de Strabon. Madrid 1968 pags 202-204)

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